Reflexiones éticas desde el ojo de un artista
Por: Exler Felipe Puerta Velasco
La exposición de la Especialización de Fotografía de la Universidad Nacional está enmarcada por la relación de la obra del artista en conjunción con el espacio o los objetos usados para construir su obra. Cada una de estas está construida bajo parámetros y decisiones estéticas que el artista tiene que tomar en pro de que su idea se transmita y cumpla su objetivo. Ahora, durante la exposición, hay obras que no representan gran dilema ético en su realización, mientras que hay otras que ponen a pensar sobre la metodología de realización.
La segunda obra, primera a mano izquierda en el segundo piso, pone en debate la imagen de una persona con respecto a su situación socio-económica. La pregunta que define esta obra es: ¿el personaje es celador o ejecutivo? ¿A cuál podría corresponder más según su imagen y su físico, al celador o al ejecutivo? ¿Será que a ambos? Este diálogo personal sigue delimitando la interpretación de esta obra, y lo más rescatable es que no concluye. La conclusión es del espectador, y no es una tarea fácil de hacer.
Justo al límite de Javier Aldara Bustos retrata la pobreza. Ahora la pregunta es sobre su búsqueda estética con respecto a esta pobreza. ¿Qué se busca al fotografiar una casa de lata, o los perros callejeros, o la gente con ropa desgastada? ¿No será más bien que el efecto que produce es el de una persona ajena a una realidad? Es decir, al tener estas pretensiones, ¿no se intenta es exponer a estas personas meramente como objeto de exposición? ¿Dónde queda la persona? ¿A quién va dirigida esta exposición?
Por último quiero cerrar con otra reflexión surgida. La feria del cordero de Jessyka Morales Sativa. Sus imágenes son fuertes. El animal es tratado como objeto de exposición (¿Cuál es la diferencia con Justo al límite? ¿Tiene que ser diferente el trato hacia un humano en su realidad y el trato hacia un animal que no puede opinar sobre lo que ocurre?) El cordero está expuesto al público desde lo interno, literalmente. Su piel, su carne, sus huesos, su sangre, todo está disponible al ojo del espectador. La obra fotográfica logró ver a un cordero como muy pocos lo han hecho. Como en la misma exposición queda expuesto, solo los carniceros pueden ver a las entrañas del animal, y es muy probable que la imagen que tengan del cordero, no es parecida a la imagen que expone Jessyca. Lo interesante de esta obra es que adapta la realidad a su interpretación, y logra un punto de vista propio. No se sabe que tan cercana o lejana es ella a este mundo, pero eso no interesa; lo válido es su mirada. Y ahí radica el asunto del problema. ¿De qué manera tratar al objeto retratado, como mero objeto, si es un objeto, o cómo? Las decisiones éticas de cómo mostrar, qué mostrar, cómo lograr lo que quiero mostrar es lo que define el ojo propio de un artista.
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