domingo, 15 de mayo de 2016

Ética del Documental, el discurso.

En el audiovisual como realizadores la pregunta sobre que se muestra o que intensión se tiene en cuanto al contenido en un producto de ficción es siempre un debate alrededor de la ficción misma y de sus repercusiones en un espacio real como discurso o ideología; con el documental la pregunta existe de una manera latente pero se orienta sobre el valor de la imagen, se considera el producto como un retrato de la realidad, ya sea fiel a esta o  por otro lado desvirtúa su contenido recae sobre el realizador no a un nivel estilístico si no ético. Bill Nichols en “la representación de la realidad” habla sobre las responsabilidades y de las maneras en las que se puede o se retrata en el documental, la intrusión de la cámara y como el voyerismo no es uno de los intereses del medio. La responsabilidad del realizador recaería según su intensión en la capacidad de esta representación para transgredir el representado o en un caso extremo a su audiencia, a no ser que esa fuera exactamente su intensión, el propósito general de un producto en un espacio social podría poner a prueba su valor real, al final la visión del realizador es la de una sola persona que se ve en la necesidad o interés de compartir con el mundo lo que hace pero si esto solo obedece a intereses sin propósitos, sin un discurso que deba ser compartido, reconocido y analizado, cual es el punto; con esto no intento decir que exista una exigencia que deba cumplir todo aquel que desee hablar de una temática que le apasiona pero el deber del realizador lo obliga a crear una relación al menos con un contenido o por su construcción con la ausencia de este, la imagen es la moneda, pero la ética está en el discurso.

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