Perdón
y Olvido.
Estamos
en una nueva era de “paz” para nuestro país, lo que supone un nuevo camino para
el perdón y el olvido. La cuestión es qué tipo de perdón y olvido se busca, y
de qué manera se piensan conseguir.
Según
Paul Ricoeur, autor del libro “La lectura del tiempo pasado, memoria y olvido”,
se pueden considerar muchos tipos de olvido, al igual que de perdón. Entre los
tipos de olvido tenemos el olvido
profundo, “Borrar la huella”, sacar por completo del sistema alguna memoria.
Éste, según el autor, considera la destrucción por la acción del tiempo. En mi
opinión, no creo que este tipo de olvido sea el conveniente para nuestro
contexto. Y bueno, dadas las tragedias que ha sufrido nuestra sociedad, no creo
que haya un mecanismo que pueda borrarlas totalmente, a no ser, claro, que se
cuente con un buen plan a muy largo plazo, donde el tiempo pueda actuar y se
evite de alguna forma evocar esas memorias,
un caso muy hipotético y, a mi parecer, irrealizable. Además, aun
habiendo considerado que de alguna forma se consiga este olvido profundo, no
creo que sea pertinente hacerlo, ya que “aquel que olvida su historia, está
condenado a repetirla”.
Otro
concepto que también me gustaría comentar es el de la conciencia histórica. La cultura es “inactual”, y se configura de las
diferentes tradiciones y acciones reiteradas que se heredan a través del
tiempo. Entonces, según lo planteado, se debería usar la conciencia histórica
para borrar esas memorias o experiencias que de una u otra forma configuran de
mala manera el ideal de cultura. Lo primero en que pensé al conocer el
planteamiento, fue sus fuertes fines políticos. Y si analizamos nuestra
sociedad, proyectos con fines parecidos ya se han dado. Sólo hace falta mirar
los programas de estudio “oficiales” de la historia y las diferentes ciencias sociales en la
actualidad o de hace 10 años en los colegios (en especial los públicos), o la
cátedra de la paz que quieren instituir en los planteles educativos. Con estos
casos sólo busco ejemplificar proyectos que, de alguna manera, querían o quieren
configurar la cultura en un futuro; sin ánimos de analizarlos, esas
determinaciones necesitarían todo un riguroso estudio que no es el objetivo de
este modesto comentario a una lectura.
Pienso,
en términos generales y desde una visión sesgada, que si bien se quiere
alcanzar una meta como la de “mejorar”
la cultura, sería mejor cambiar el enfoque y tratar de mostrar la
historia desde diferentes puntos de vista y, aunque parece utopía, de la forma
más objetiva, “mimesis de los historiadores”, para que la misma gente sea la
que por el peso de los hechos y el uso de su razón, elija y construya lo que se convertirá en su
cultura futura.
Bueno,
ya habiendo considerado algunos comentarios sobre el olvido, me permito seguir
con lo referente al perdón. Al igual que con el olvido, el autor nos plantea
diferentes formas de perdón. Éstas son el perdón fácil y el perdón difícil.
(También algunas subcategorías en el perdón fácil, tales como el religioso, el
jurídico y el político). Sin ánimos de resumir los diferentes conceptos, haré
mi comentario respecto al perdón difícil.
Éste está configurado desde la reconciliación, el intercambio y, lo más
importante, el planteamiento de un proceso de duelo con el recuerdo. No se aspira
a borrar la deuda con el simple acto del perdón, en cambio se acepta la deuda
impagable y se comienza un proceso, donde la víctima y el victimario
participan. Este perdón, a mi parecer, es el que debería liderar los diferentes
proyectos de reconciliación. No es buscar el perdón en un solo acto, es
comenzar un proceso que nos pueda dar, con el tiempo, una realidad de perdón
donde las heridas cicatricen debidamente.
Un interesante ejercicio de relacionar los conceptos teóricos de Ricour con el contexto nacional de construcción de paz
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