El texto de Paul Ricoeur nos da una explicación de la memoria y el olvido, sus diferentes manifestaciones y cómo cada una de estas tienen implicaciones en la persona y en la sociedad. Cada una de estas manifestaciones habla sobre el carácter de cada recuerdo y el potencial que tiene en quedar grabados en un individuo, mientras nos da indicios de cómo actuar frente a la pérdida de la memoria. Con esto podemos entender un poco más la funcionalidad de la memoria y el olvido para ponerlo en juego frente a situaciones como el proceso de paz colombiano, que tanto cuestiona estos elementos. Entender las manifestaciones del olvido y qué implica en la memoria puede ayudar a saber qué se requiere en un proceso como este en términos de perdón y olvido, saber qué posición se debe asumir como sociedad (como ente de memoria colectiva) para aceptar la paz.
Encontes, Ricoeur nos da a entender que la memoria se graba de diferentes maneras en el individuo, equivalente a la facilidad con la que se pueden olvidar y a cómo pueden afectar la realidad de la persona. Concretamente, hay recuerdos que se graban en la memoria del individuo que pueden ser evocados y reflejados en acciones, así como acontecimientos víctimas del olvido, en términos de Ricoeur, inexorable o de lo inmemorial, aquello que no puede ser registrado de manera permanente y a partir del cual no se puede actuar. Paralelamente, nos explican lo que implica someter ciertos tipos de memoria a ciertos procesos de olvido o expropiación del mismo, es decir, el sacrifico que se habría que hacer para lograr olvidar y perdonar.
En este sentido, y contextualizando con el proceso de paz colombiano, lo necesario para someter la memoria colectiva generada por 50 años de conflicto armado en Colombia es un sacrificio, a grandes rasgos, equivalente. La idea no es someter el conflicto armado al olvido inexorable, un olvido al cual no podamos recurrir o que simplemente ignoremos enteramente, pues resultaría en la condena a repetir el conflicto, especialmente si olvidamos las razones por las cuales empezó. Pero sí evitar que la memoria del conflicto sea evocable y se pueda actuar en razón de esta, y aquí es donde entra la profundidad del sacrificio, un sacrificio que se debe asumir como sociedad.
Sin duda los términos que definen la paz deben ser establecidos con total apropiación de la justicia y del sufrimiento grabado en la memoria, directa o indirectamente, en los colombianos, pero hay que saber y entender que debe haber un sacrificio en cierta medida, un esfuerzo por configurar la memoria del conflicto para poder superarlo.
Jairo José Caldera Palacio.
Interesante la manera en como relaciona los conceptos de perdón y olvido al contexto nacional.
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