jueves, 25 de junio de 2015

La información oculta para el periodismo obvio, “El Rio que se Robaron” por Sebastián Martínez

Un título interesante, que denota algo sobrenatural, que denota algo imposible, ¿Cómo puede robarse el rio? ¿Quién es capaz de hacerlo? Traje a lugar al leer tal título ciertos mitos o leyendas que leía de niño, donde pictóricos personajes se ensañaban en hazañas como esas, sobrenaturales, imposibles para el raciocinio del hombre; como la leyenda azteca de los animales que quisieron robar el sol, o el mito griego de Icaro quien es capaz de robarle el fuego a los dioses. Dichos relatos son máscaras, historias con una connotación aún más fuerte detrás de su literalidad con nociones universales de la humanidad, ante la ambición, la vida, la muerte, la divinidad o el azar. Sin embargo, parece que este no es un título que traiga a lugar este método de discurso, y de lo que en verdad trata “El Río que se Robaron” es del rio que se robaron.
Vaya suerte, estamos en Colombia, el país de la desigualdad, el país donde pueden robarse hasta los ríos, ¿quién lo creería? Creo que nadie, pero después de que nos explican cómo es posible, creo que todos, pues es un caso más de absurda corrupción y de absoluta negligencia de un estado al que ya estamos acostumbrados y resignados.
Este documental da a conocer como la multinacional que explota el carbón del cerrejón, al hacer una represa junto a la mina para cubrir su necesidad hídrica para la extracción, ha secado el río Ranchería para poblaciones continuas al cauce, poblaciones indígenas, quienes no han tenido ninguna reparación y hasta el momento ninguna solución para su debido derecho de acceso al agua potable.
Es un caso del que pocos hablan, es una problemática social bastante grave. Quienes lo hacen puede que realmente se vean perseguidos y amenazados, es una notable valentía, dar a la luz tal información. Pero, ¿cómo se está dando a luz tal información?
A través de testimonios de activistas de la población indígena, políticos, abogados, personas de la población afectada, y un representante de “el Cerrejón” -la extractora de carbón-, se conforma una denuncia en torno a la mala utilización del recurso hídrico y de cómo el país a partir de su plan de desarrollo prioriza y resuelve a favor de la extractora de carbón sobre los derechos fundamentales de la población indígena. Sin embargo, este discurso es dado por un tratamiento audiovisual que se ha vuelto nocivo en los medios de comunicación que intentan dar a la luz pública los distintos y escandalosos casos de corrupción y negligencia del estado, y es evidenciar a través del dolor de los demás, las lágrimas, la música dramática, el zoom a los rostros demacrados, entre otras superficialidades. Además, no hay ningún cuidado en la utilización de la imagen o el sonido. Tal información está siendo transmitida con una cámara mal emplazada y un sonido totalmente irregular, obviando la buena utilización del mecanismo de expresión, en este caso lo audiovisual, y replegándose explícitamente a la información que pueda transmitir.

El documental en sí deja un sin sabor del manejo de la información y de cómo se está transmitiendo. Al emplear un medio como el audiovisual se debe tener en cuenta unos parámetros de aceptación técnica que las personas pueden evidenciar fácilmente gracias a la permanente invasión audiovisual en la vida cotidiana. Dejando esto de lado, el documental se conjuga como una denuncia a la extractora del carbón, dejando de lado otras situaciones y consideraciones que deben darse de la población indígena, que ha sido abandonada y violentada, años atrás de la llegada de esta extractora minera.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario