miércoles, 17 de junio de 2015

Análisis Impunity y Falsos Positivos.

Universidad Nacional de Colombia
Escuela de Cine y  Televisión
Ética y Cultura
Natalia Martínez Calderón
Código: 2508428

El cruce entre universos:
La descripción densa en las interpretaciones audiovisuales sobre los falsos positivos.

“La finalidad de la antropología consiste en ampliar el universo del discurso humano”[1]. Me gustaría empezar por esta frase del texto porque me parece que sintetiza de manera poética los objetivos de esta forma de aproximarse a la realidad. En primer lugar la intención de ampliar el universo es una imagen bonita: la persona que empuja las fronteras de un universo, su universo, hacia más allá de sí mismo. Es la imagen, no tan agradable, de la persona sedienta que no le basta con lo que tiene y quiere abarcar más, es verdad; pero a la vez, es la imagen de quien desea pasar al otro lado e interactuar con ese otro universo que no conoce, desea ser parte del otro, desea ser el otro. Pero además es un universo particular: “ el discurso humano”. Lo que el ser humano dice- por supuesto que no solo con palabras- y no solo lo que dice sino lo que desea decir, su intención y su sentido al decir, al expresarse y comunicarse. Parto de la noción de discurso del texto porque me parece que en el análisis de estas dos películas – Impunity[2] y Falsos Positivos[3]- la intención de hablar sobre algo que poco se habla en Colombia es el principal inestable y difícil terreno que se empieza a tocar. Hablar sobre el tema de los falsos positivos implica necesariamente hablar de los distintos discursos que se tienen al respecto, que están mediados por la imposibilidad de exponer esos discursos, gracias al miedo, a la resignación y a complejidad que representa el tema. Como bien lo expone el texto, las interpretaciones del contexto, los distintos  discursos audiovisuales que se tejen en torno a éste, pueden variar y cumplen sus propias lógicas internas. Sin embargo, si se deja claro que entre más densa sea la interpretación, entre más delgado hile, entre más bases y sustentos tenga, más útil será para otros, contemporáneos o futuros, lectores de la interpretación. Así, me parece que las dos aproximaciones son válidas, una es más responsable que otra, y sin embargo ambas se quedan cortas frente al tema de hilar más delgado, de escribir con mayor minucia, sobre el conflicto interno de las víctimas con las que tratan, que a mi modo de ver, sería lo más interesante y necesario para los miembros de la cultura a la que se aproximan, los colombianos.

Por un lado, el documental Falsos Positivos de Simone Bruno, hace un acercamiento basado en el testimonio de distintos actores (periodistas, victimas, políticos, opositores, funcionarios del gobierno) a través del uso de la entrevista (bustos parlantes). Me parece que al estar tan apegado al discurso meramente oral o verbal, los muchos otros discursos se pierden. Es por esto que a pesar que se queda en la superficie de contar lo que pasó sin profundizar en mostrar cómo pasó. De ahí que se sienta cierta generalización y la descripción densa se pierda por un discurso que recoja de forma particular los hechos. Las victimas y en general los personajes, establecen grandes conclusiones sobre lo que pasó, grandes teorías. Sentencias sobre la impunidad del país y generalidades sobre todos los casos de falsos positivos. Esto tiene la función de informar someramente sobre cierto contexto al exterior, pero parece no cumplir con las expectativas que como colombianos nos formamos al recibir una interpretación de nosotros mismos. Tiene que ver con el hecho de que la interpretación está hecha desde un segundo o incluso tercer orden, desde un agente que no está involucrado en la cultura y que de cierto modo no la conoce de la misma forma que quien la vive.

En el otro lado está Impunity de Hollman Morris y Juan José Lozano que es un análisis de primer orden pues es realizado desde la percepción que tienen colombianos sobre la cultura colombiana. De esta forma se elabora una interpretación de los hechos que pretende mostrarlos, más que contarlos, o mejor, contarlos mostrándolos. Así, vemos a las víctimas en el momento en que buscan respuestas en el modelo de justicia transicional y vemos los cuerpos tras las masacres, vemos a los paramilitares (aunque sus rostros estén velados), vemos a Mancuso en el senado haciendo la paz, las desmovilizaciones, el dolor de las madres al no obtener ninguna respuesta, vemos a los actores actuando. El discurso social que obtenemos es el que no necesita palabras para expresarse. A pesar de que se apoya en el testimonio, no es ahí donde obtiene sus momentos nodales. Es la proyección de la indiferencia del sistema y de los victimarios ante el dolor de las victimas. En este sentido, el uso de la descripción densa se evidencia más en este trabajo, si se habla desde una concepción jerárquica del asunto ( no siempre útil), gracias al trabajo que se toma de seguir este proceso social, del cambio en la justicia, y registrarlo. En ese sentido es mucho más detallista que la simple premisa de “el colombiano todo lo olvida, todo lo perdona”, pues permite ver cómo es que no existe esa justicia en Colombia, cómo es que se olvida, desde el ejemplo puntual de los falsos positivos y de estas madres en los juzgados. Sin embargo, no siempre es suficiente ver, porque el ver tiene una trampa y es que deslumbra y no siempre permite pensar. Es decir que haría falta un análisis más profundo sobre lo que pasa sin ser visto, sin ser exteriorizado, como los sentimientos y pensamientos más profundos de esas madres ante la desgracia, que curiosamente vienen a ser conocidos, mayoritariamente, a través de la palabra. Un retorno a la palabra y al testimonio, pero en profundidad, un retorno que logra desembocar no en lo que se dicho sino a lo dicho (en términos de Ricoer) , a la intención en el decir, al enunciado y no a la simple oración, al sentido en medio de lo que se está diciendo. Esto se logra por medio de una convivencia extensa, constante, juiciosa y responsable con los actores implicados.

Es importante concluir que las interpretaciones no son una mejor que la otra, y que no se suceden ni se imponen de manera evolucionista. Lo cierto es que cada una es aplicable en cierto contexto, en el suyo propio. Pero la clave está en los puntos en los que logra la universalidad y esto no quiere decir que logra aplicarse a todas las situaciones. Tiene mucho más que ver con ese correr las fronteras del universo, esa universalidad no es abarcar todo el universo, sino que es el límite, la línea cada vez más difusa e indefinida, que separa mi universo del suyo. La universalidad es el cruce de universos, el punto donde no es posible decir dónde acaba mi universo y dónde empieza el suyo, el punto donde empieza a llamarse nuestro.  



[1] Geertz, Clifford. La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa. 1997.
[2] Morris H y Lozano J.J. Impunity. (2010)
[3] Bruno S. Falsos Positivos (2009)

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