jueves, 16 de abril de 2015



Paz, memoria y perdón

Hernando Borda Gómez

Sin duda una de las grandes cuestiones al momento de asumir un pos acuerdo al conflicto colombiano, es entender la posición de las víctimas en el marco de la guerra despiadada que ha dejado miles de muertes y resentimientos.

La paz es un asunto complejo pues implica hacer una reflexión profunda sobre la memoria y lo que implica el perdón y la justicia en este proceso. Aquí se enfrenta dos aspectos muy importantes a tener en cuenta, por un lado lo que la paz implica para una sociedad desgastada por la violencia y lo que la paz implica para aquellos que han tenido que padecerla directamente.

Desde el punto de vista del individuo perdonar implica cesar la ira o indignación, renunciar a un justo castigo o restitución, renunciar a la venganza o a la justicia.  De esta manera es muy complejo inducir a una víctima directa del conflicto perdonar a  aquellos que lo han despojado de sus seres queridos y pertenencias. Perdonar masacres o desapariciones que han repercutido en la violencia de las nuevas generaciones.

Hablar de perdón es muy importante porque no se puede perdonar aquello que se ha olvidado y esto nos lleva directamente al tema de la memoria. En la forma categórica de Ricoeur podemos encontrar esta dialéctica en la memoria individual y la memoria colectiva. Dos manifestaciones de la memoria muy importantes a la hora de asumir un proceso de paz.

Sabemos que el perdón no implica el olvido, pero un perdón sincero si implica un acto de la comprensión que nos permita asumir una postura, y considero que ese acto de la comprensión debe pasar por una actitud reflexiva ante la memoria.

Frente a este dilema de la memoria individual y colectiva, que nos enfrenta a un proceso de paz que se manifiesta dialécticamente, por un lado la paz como bien común que puede implicar el perdón de la sociedad y por otro lado la justicia que reclaman aquellos que han sido víctimas directas del conflicto.

Paul Ricoeur nos da luces sobre una postura abierta y no definitiva; y es entender que la conciencia histórica está conformada por estas dos manifestaciones de la memoria, tanto individual como colectiva. Y el acto de comprender estas dos manifestaciones sin querer imponer una sobre la otra, sino de exponerlas como parte de una misma realidad, nos da una visión global para asumir un pos acuerdo responsable desde lo que somos como sociedad y como individuos.

Esta postura ambivalente permite entender la complejidad del conflicto y lo que implica un pos acuerdo relacionándolo con el perdón, la memoria y el olvido. La postura individual puede o no estar en concordancia con la postura de la sociedad, pero esas son las consecuencias de vivir en democracia.

Sin embargo la voz de las víctimas debe ser escuchada y respetada y por eso es tan importante la reconstrucción de la memoria histórica. Porque entender nuestro pasado es necesario para alzar nuestra voz individual ante la sociedad.  Sin duda los debates se van a dar y las diferencias ideológicas resurgirán, pero el pos conflicto no es una sociedad sin conflicto, tal y como lo expresaba Jairo Estrada en su ensayo para la comisión histórica, sino que es una sociedad que pueda resolver sus diferencias de manera pacífica.

Creo que ahí es donde se va a medir la verdadera intención de los colombianos para hacer la paz, en la posibilidad de entender al otro, en las diversas maneras de comprendernos como colombianos. Quizás ese camino para el entendimiento del otro este en la memoria que como sociedad podamos reconstruir, en una memoria que es importante cuestionar porque quizás haya cosas que hemos decidido olvidar.

Por eso es importante entender los resultados de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, que nos muestran que no hay un acuerdo con el origen de la guerra en Colombia, y era de esperar, porque si hablamos de una conciencia histórica, hemos de considerar que esta no solo se conforma de lo que recordamos, sino también de lo que olvidamos. Por eso la divergencia en un origen común, porque cada vez que escudriñamos en lo que olvidamos, encontramos argumentos que validan la existencia de la guerra.

Ahí es donde radica el trabajo de la memoria  y es en donde se nos manifiesta que la guerra trasciende las barreras de lo puramente político, y que la paz no solo es cuestión de firmar unos acuerdos. Se trata de entender las diversas memorias y comprender que la guerra nos ha tocado de maneras muy distintas, pues son muchas las manifestaciones de la memoria individual en la memoria colectiva.

De ahí, que una de las principales ideas es entender la paz en la otredad, entender nuestra dialéctica individual y social y entender la de los demás mediante el diálogo. Así, el perdón va tener que pasar por un reconocimiento del otro para  que sea sincero, de ahí la labor tan importante de la memoria y su comprensión. De ahí que la paz nunca se termina de construir, pues está en constante diálogo con la diferencia.

Bibliografía
Ricouer, Paul. La memoria, la historia y el olvido. Madrid. 2010
http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/lea-el-informe-de-la-comision-historica-del-conflicto-y-sus-victimas/20150212/nota/2630075.aspx


1 comentario:

  1. Una reflexión oportuna sobre el tema actual del perdón, la memoria y el olviso, un esfuerzo por relacionar el discurso teórico con el referente práctico de la paz en Colombia

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