Paz, memoria y perdón
Hernando Borda Gómez
Sin
duda una de las grandes cuestiones al momento de asumir un pos acuerdo al
conflicto colombiano, es entender la posición de las víctimas en el marco de la
guerra despiadada que ha dejado miles de muertes y resentimientos.
La
paz es un asunto complejo pues implica hacer una reflexión profunda sobre la
memoria y lo que implica el perdón y la justicia en este proceso. Aquí se
enfrenta dos aspectos muy importantes a tener en cuenta, por un lado lo que la
paz implica para una sociedad desgastada por la violencia y lo que la paz
implica para aquellos que han tenido que padecerla directamente.
Desde
el punto de vista del individuo perdonar implica cesar la ira o indignación,
renunciar a un justo castigo o restitución, renunciar a la venganza o a la
justicia. De esta manera es muy complejo
inducir a una víctima directa del conflicto perdonar a aquellos que lo han despojado de sus seres
queridos y pertenencias. Perdonar masacres o desapariciones que han repercutido
en la violencia de las nuevas generaciones.
Hablar
de perdón es muy importante porque no se puede perdonar aquello que se ha
olvidado y esto nos lleva directamente al tema de la memoria. En la forma categórica
de Ricoeur podemos encontrar esta dialéctica en la memoria individual y la
memoria colectiva. Dos manifestaciones de la memoria muy importantes a la hora
de asumir un proceso de paz.
Sabemos
que el perdón no implica el olvido, pero un perdón sincero si implica un acto
de la comprensión que nos permita asumir una postura, y considero que ese acto
de la comprensión debe pasar por una actitud reflexiva ante la memoria.
Frente
a este dilema de la memoria individual y colectiva, que nos enfrenta a un
proceso de paz que se manifiesta dialécticamente, por un lado la paz como bien
común que puede implicar el perdón de la sociedad y por otro lado la justicia
que reclaman aquellos que han sido víctimas directas del conflicto.
Paul
Ricoeur nos da luces sobre una postura abierta y no definitiva; y es entender
que la conciencia histórica está conformada por estas dos manifestaciones de la
memoria, tanto individual como colectiva. Y el acto de comprender estas dos manifestaciones
sin querer imponer una sobre la otra, sino de exponerlas como parte de una
misma realidad, nos da una visión global para asumir un pos acuerdo responsable
desde lo que somos como sociedad y como individuos.
Esta
postura ambivalente permite entender la complejidad del conflicto y lo que
implica un pos acuerdo relacionándolo con el perdón, la memoria y el olvido. La
postura individual puede o no estar en concordancia con la postura de la
sociedad, pero esas son las consecuencias de vivir en democracia.
Sin
embargo la voz de las víctimas debe ser escuchada y respetada y por eso es tan
importante la reconstrucción de la memoria histórica. Porque entender nuestro
pasado es necesario para alzar nuestra voz individual ante la sociedad. Sin duda los debates se van a dar y las
diferencias ideológicas resurgirán, pero el pos conflicto no es una sociedad
sin conflicto, tal y como lo expresaba Jairo Estrada en su ensayo para la
comisión histórica, sino que es una sociedad que pueda resolver sus diferencias
de manera pacífica.
Creo
que ahí es donde se va a medir la verdadera intención de los colombianos para
hacer la paz, en la posibilidad de entender al otro, en las diversas maneras de
comprendernos como colombianos. Quizás ese camino para el entendimiento del
otro este en la memoria que como sociedad podamos reconstruir, en una memoria
que es importante cuestionar porque quizás haya cosas que hemos decidido
olvidar.
Por
eso es importante entender los resultados de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, que nos muestran
que no hay un acuerdo con el origen de la guerra en Colombia, y era de esperar,
porque si hablamos de una conciencia histórica, hemos de considerar que esta no
solo se conforma de lo que recordamos, sino también de lo que olvidamos. Por
eso la divergencia en un origen común, porque cada vez que escudriñamos en lo
que olvidamos, encontramos argumentos que validan la existencia de la guerra.
Ahí
es donde radica el trabajo de la memoria y es en donde se nos manifiesta que la guerra
trasciende las barreras de lo puramente político, y que la paz no solo es cuestión
de firmar unos acuerdos. Se trata de entender las diversas memorias y
comprender que la guerra nos ha tocado de maneras muy distintas, pues son
muchas las manifestaciones de la memoria individual en la memoria colectiva.
De
ahí, que una de las principales ideas es entender la paz en la otredad,
entender nuestra dialéctica individual y social y entender la de los demás
mediante el diálogo. Así, el perdón va tener que pasar por un reconocimiento
del otro para que sea sincero, de ahí la
labor tan importante de la memoria y su comprensión. De ahí que la paz nunca se
termina de construir, pues está en constante diálogo con la diferencia.
Bibliografía
Ricouer,
Paul. La memoria, la historia y el olvido. Madrid. 2010
http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/lea-el-informe-de-la-comision-historica-del-conflicto-y-sus-victimas/20150212/nota/2630075.aspx
Una reflexión oportuna sobre el tema actual del perdón, la memoria y el olviso, un esfuerzo por relacionar el discurso teórico con el referente práctico de la paz en Colombia
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