domingo, 12 de abril de 2015

                                                              LA COLOMBIA, UN PAIS QUE  DIA A DIA                                                                      SE OLIVIDA A SI MISMO.
Colombia es un país con más de 47.000.000 millones de habitantes, de los cuales muy pocos la recuerdan. En su enorme historiografía de la cual solo reconocemos 518 años desde la llegada de  Alonso de Ojeda con su tripulación,  hemos excluido al  conocimiento  arraigado  a al territorio como propio, entre ellos nuestros conflictos y más arraigadas diferencias . Cada suceso histórico  es aprendido y acogido como real si proviene del exterior  y se ignora la experiencia real  vivida como elemento primordial para el aprendizaje y el cambio. ¿Y cuál es el origen  del aprendizaje? La memoria; el mecanismo por el cual nuestro sistema biológico guarda los diferentes sucesos en un archivo  para en un futuro aumentar las posibilidades de nuestra  supervivencia, posibilitando o denegando acciones y decisiones determinadas por la información contenida en la memoria. Pero el problema de no pensar a Colombia y de no retenerla en la memoria es no poder tomar aquellas  decisiones autónomas  que se originan en la experiencia, se resguardan en la memoria y se expresan en el acto ya reflexionado. Somos un país que vive la caída y aprende del dolor de los demás y no del propio, en donde muy pocos son conscientes de una guerra que circunda diariamente por las calles, por las selvas y por las mentes de quienes la conforman.   
Colombia en su trayecto hacia el “Progreso” ha seguido década a década métodos de desarrollo encaminados en el amplio proyecto de la globalización en donde la figura de ciudad toma un fuerte protagonismo en los esfuerzos sociales y políticos de un país que deja poco a poco la figura rural quien ha sido  pieza clave en su construcción y bienestar. Dentro de esta figura globalizante de igual manera la ciudad es la figura que crea, innova, difunde y comunica para el resto de la geográfica colombiana.  Es pues este el origen de    nuestra desmemoria la difusión de la historia partiendo desde la ciudad en un país cuya importancia y efecto  radica en la ruralidad, en el campo, en la tierra.
Desde tiempos ajenos a mi existencia en Colombia ha existido el conflicto armado, sin un punto de origen de que algún historiador pueda determinar, el plomo y el chuzo ha desangrado miles de familias y sin lugar a duda a expuesto  nuestra forma cultural de confrontar  a la diferencia de género, raza, estrato y  pensamiento.
La mayor parte de los desencuentros acuñados en robos, secuestros, batallas, asesinatos, masacres, violaciones etc… ha sucedido en espacios lejanos a los espacios urbanos, lejos de la gran masa de la población y  de la concentración del poder militar del estado. Desencuentros llevados a cabo como estrategias militares ante la marginalidad y la ventaja que puede ofrecer el campo abierto ante el enemigo. Este hecho para  para Paul Ricaeur constituye una de las fuentes más importantes en la construcción de la memoria, pues la herida producto de los conflictos son caracterizador por ser hechos relevantes de gran impacto y notoriedad para los habitantes de un país, con esta idea podríamos concluir que Colombia es un país impregnado de los errores del pasado, lleno de memoria y conocimiento en cada uno de  sus habitantes, quien día a día  con lo aprendido evita tener nuevamente    profundos conflictos con soluciones encaminadas en la violencia. Pero Tal vez el viejo Paul le puede sorprender que este país lleno de  dolores y heridas dignas de ser recordadas, se olviden como simples hojas llevadas por la corriente del rio.
Y este olvido al dolor y a la herida surja tal vez a la protección de la ciudad en donde muchos jóvenes (a los que yo  sumos)  ven a la guerra interna en Colombia como un fantasma del cual muchos hablan pero nunca se  aparece, y desaparece de nuestra atención y de nuestra memoria como desaparece   a veces Dios en nuestra  búsqueda de la materialidad y visibilidad  divina.
 Si tal vez    la ciudad derribara las barreras informáticas que están constituidas del conocimiento externo y  no se manipulara  la historia  y la memoria   con fines políticos, tal vez ese día el citadino buscaría su propia historia, su propia historia estancada en el dolor, digna de ser contada. Y constituiría en desde la ciudad, lugar actual donde se valida la historia y el conocimiento una memoria nuestra en donde no lloremos por problemas ajenos y podamos dar solución  desde lo propio a los conflictos locales quienes nos han dotado de dolor pero no de conocimiento






2 comentarios:

  1. Me parece interesante la reflexión sobre la memoria y la refocilación en relación con las dinámicas de la ciudad, pues éstas son precisamente las que mediamos nosotros estudiantes capitalinos. El texto plantea que no es simplemente reprochar que la ciudad se aísla e ignora lo que ocurre en sus al rededores, sino buscar la forma de aprovecharla como punto de conocimiento, dialogo e intercambio (de forma similar al concepto de polis griega) para general nuevos y plurales discursos sobre el pasado y la actualidad del conflicto.

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  2. Una mirada critica al olvido sistematizado, un pueblo sin memoria y la crítica a la manipulación de la información son temas sobre los que se reflexiona, faltaron referentes teóricos.

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