LA
COLOMBIA, UN PAIS QUE DIA A DIA SE
OLIVIDA A SI MISMO.
Colombia es un país con
más de 47.000.000 millones de habitantes, de los cuales muy pocos la recuerdan.
En su enorme historiografía de la cual solo reconocemos 518 años desde la
llegada de Alonso de Ojeda
con su tripulación, hemos excluido
al conocimiento arraigado
a al territorio como propio, entre ellos nuestros conflictos y más
arraigadas diferencias . Cada suceso histórico
es aprendido y acogido como real si proviene del exterior y se ignora la experiencia real vivida como elemento primordial para el
aprendizaje y el cambio. ¿Y cuál es el origen
del aprendizaje? La memoria; el mecanismo por el cual nuestro sistema
biológico guarda los diferentes sucesos en un archivo para en un futuro aumentar las posibilidades
de nuestra supervivencia, posibilitando
o denegando acciones y decisiones determinadas por la información contenida en
la memoria. Pero el problema de no pensar a Colombia y de no retenerla en la
memoria es no poder tomar aquellas
decisiones autónomas que se
originan en la experiencia, se resguardan en la memoria y se expresan en el
acto ya reflexionado. Somos un país que vive la caída y aprende del dolor de
los demás y no del propio, en donde muy pocos son conscientes de una guerra que
circunda diariamente por las calles, por las selvas y por las mentes de quienes
la conforman.
Colombia en su trayecto
hacia el “Progreso” ha seguido década a década métodos de desarrollo
encaminados en el amplio proyecto de la globalización en donde la figura de
ciudad toma un fuerte protagonismo en los esfuerzos sociales y políticos de un
país que deja poco a poco la figura rural quien ha sido pieza clave en su construcción y bienestar.
Dentro de esta figura globalizante de igual manera la ciudad es la figura que
crea, innova, difunde y comunica para el resto de la geográfica
colombiana. Es pues este el origen
de nuestra desmemoria la difusión de
la historia partiendo desde la ciudad en un país cuya importancia y efecto radica en la ruralidad, en el campo, en la
tierra.
Desde tiempos ajenos a
mi existencia en Colombia ha existido el conflicto armado, sin un punto de
origen de que algún historiador pueda determinar, el plomo y el chuzo ha
desangrado miles de familias y sin lugar a duda a expuesto nuestra forma cultural de confrontar a la diferencia de género, raza, estrato
y pensamiento.
La mayor parte de los
desencuentros acuñados en robos, secuestros, batallas, asesinatos, masacres,
violaciones etc… ha sucedido en espacios lejanos a los espacios urbanos, lejos
de la gran masa de la población y de la
concentración del poder militar del estado. Desencuentros llevados a cabo como
estrategias militares ante la marginalidad y la ventaja que puede ofrecer el
campo abierto ante el enemigo. Este hecho para
para Paul Ricaeur constituye una de las fuentes más importantes en la
construcción de la memoria, pues la herida producto de los conflictos son
caracterizador por ser hechos relevantes de gran impacto y notoriedad para los
habitantes de un país, con esta idea podríamos concluir que Colombia es un país
impregnado de los errores del pasado, lleno de memoria y conocimiento en cada
uno de sus habitantes, quien día a día con lo aprendido evita tener nuevamente profundos conflictos con soluciones
encaminadas en la violencia. Pero Tal vez el viejo Paul le puede sorprender que
este país lleno de dolores y heridas
dignas de ser recordadas, se olviden como simples hojas llevadas por la
corriente del rio.
Y este olvido al dolor
y a la herida surja tal vez a la protección de la ciudad en donde muchos
jóvenes (a los que yo sumos) ven a la guerra interna en Colombia como un
fantasma del cual muchos hablan pero nunca se
aparece, y desaparece de nuestra atención y de nuestra memoria como
desaparece a veces Dios en nuestra búsqueda de la materialidad y
visibilidad divina.
Si tal
vez la ciudad derribara las barreras
informáticas que están constituidas del conocimiento externo y no se manipulara la historia
y la memoria con fines políticos,
tal vez ese día el citadino buscaría su propia historia, su propia historia
estancada en el dolor, digna de ser contada. Y constituiría en desde la ciudad,
lugar actual donde se valida la historia y el conocimiento una memoria nuestra
en donde no lloremos por problemas ajenos y podamos dar solución desde lo propio a los conflictos locales
quienes nos han dotado de dolor pero no de conocimiento
Me parece interesante la reflexión sobre la memoria y la refocilación en relación con las dinámicas de la ciudad, pues éstas son precisamente las que mediamos nosotros estudiantes capitalinos. El texto plantea que no es simplemente reprochar que la ciudad se aísla e ignora lo que ocurre en sus al rededores, sino buscar la forma de aprovecharla como punto de conocimiento, dialogo e intercambio (de forma similar al concepto de polis griega) para general nuevos y plurales discursos sobre el pasado y la actualidad del conflicto.
ResponderEliminarUna mirada critica al olvido sistematizado, un pueblo sin memoria y la crítica a la manipulación de la información son temas sobre los que se reflexiona, faltaron referentes teóricos.
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