Perdonar reestablece el espíritu y equilibra las cargas emocionales. Olvidar sana las heridas. Pero recordar alivia el peso de las incertidumbres del futuro cuando se ha aprendido del pasado. No obstante, para que se produzca un verdadero arreglo, para llegar a la paz interior y exterior, para que la maquinaria funcione de manera correcta, es necesario abordar otros múltiples problemas, ya demasiado arraigados, pero tan inherentes a la naturaleza del hombre que son prácticamente imposibles de erradicar, por lo que debemos recurrir permanentemente a estos métodos correctivos de enmendación de errores. Aunque estos problemas no nos ocupan por ahora, dejemos claro que se tratan de los consabidos e ignorados problemas que agobian a todos mientras la rutina y el instinto de supervivencia impide al ser humano observar a su alrededor un momento y ejercer las acciones perentorias de cambio, por uno mismo y por los demás. ¿Es este el urgente concepto de olvido que debe ocuparnos en estos momentos? Olvidamos que tenemos deberes como ciudadanos. Olvidamos que la sociedad se construye entre todos. Olvidamos que los recursos naturales no son ilimitados. Olvidamos que tenemos un gran poder como ciudadanos, como sociedad, como país. Este olvido es tan grave como el de dejar pasar atrocidades, crímenes, daños irreparables, bajo la premisa de superar el pasado. Sin embargo, superar el pasado debería ser todo lo contrario, pues a partir de la experiencia es que el ser humano es capaz de corregir sus errores y no volver sobre sus pasos.
Me parece una reflexión personal interesante pero no hace al texto de Ricoeur
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