domingo, 13 de marzo de 2016

OBJETIVIDAD O SUBJETIVIDAD

La realidad, como tiende a creerse que debe ser, es muy aburrida sin las fantásticas elucubraciones de las que se han desprendido, desde los más grandes sinsentidos artísticos hasta los más serios trabajos científicos. Como representación de la realidad, la misma realidad es cualquier cosa, menos lo que parece ser, lo cual queda irrebatiblemente demostrado al fijarnos en la multiplicidad de interpretaciones que se pueden obtener de ella, quedando lo que pudiese ser la realidad objetiva, verdadera o única fuera de un directo alcance. 

Limitarse a quedar al margen de una búsqueda exhaustiva por hallar el sentido más profundo de la existencia no es sino una de las facilidades a las que se puede optar para hacer la vista gorda al estudio de los problemas aparentemente irresolubles sobre el individuo y lo colectivo: en este punto, el hombre queda sometido a la coerción social (Durkheim), a los procesos adaptativos necesarios para hacerse a la idea de pertenencia al mundo. Así, las preocupaciones de más cuidado -ontológicas, espirituales, culturales, sociales- pasan a ser reemplazadas por los problemas inventados que imponen el sistema económico, las creencias religiosas y cualquier tipo de ente social consolidado -con el fin único de moldear a la gente según determinados intereses- existente dada la necesidad de conservar, más que el orden y el equilibro de los valores de la comunidad, la dominación de las masas. Entonces, se impone un modelo de realidad bastante alejado de aquel que podríamos percibir idealmente por sí mismos, bien se aleje de cualquiera que amerite el calificativo de verdadero y objetivo. 

Ahora, ¿qué tan fructuoso puede ser redundar en estudios sobre una sociedad en decadencia que va directo al colapso, y que quizá no sea susceptible a ningún cambio beneficioso debido a las poderosas fuerzas que encauzan su dirección? Precisamente el punto que Durkheim propone como enfoque de estudio de la sociedad -observar bajo la lupa de la objetividad, desde el exterior y metódicamente- es el mismo que hace débil su propuesta: al componerse -la sociedad- de unos elementos cuyas acciones individuales no se correlacionan con los fenómenos que surgen de su comportamiento en conjunto, entonces difícilmente un estudio de esas características podría llegar a deducir una teoría general de la dinámica colectiva, menos pese a saber que el sistema económico establecido rige el comportamiento de sus integrantes. 

Por tanto, se hace necesaria la participación subjetiva, en razonables medidas, para lograr, junto con la observación desde el exterior, la conformación de un ideario que pueda emprenderse camino a una sociedad nueva, no sujeta a los valores nocivos que se han implantado desde la sociedad de consumo y que impide el desarrollo de la humanidad como raza racional, pluricultural y humanista.

1 comentario: