En el acto de representar se asume una ética. Esto se debe
reconocer para estar seguro de que se asume la ética que se busca asumir. El asumir
de esta ética yace en tres preguntas: ¿Cuál es el lugar del realizador?, ¿Qué espacio
ocupa el realizador?, y ¿Qué política es inherente a ese espacio?
Es responsabilidad del realizador conocer las respuestas a
estas preguntas en su representación ya que el público generalmente no las
cuestiona. Esta es la línea que se encuentra entre documental y propaganda. Documentales
como Impunity y Falsos Positivos corren el peligro de cruzar esta línea y
perder su credibilidad. Cuando el público decide cuestionar al realizador y
este no tiene clara su posición, el público pierde la fe y busca una nueva
forma de informarse. Esto ocurre a diario con los noticieros nacionales, y la
gente joven está abandonando a la televisión en busca de un medio que le
informe mejor.
Mas allá de las tres preguntas planteadas en el texto, el valor fundamental a la hora de generar un conducto de información abierta, es el Punto de vista que se va a tomar en relación a lo documentado. Mas allá de que no se quiera recaer en una propaganda, el punto de vista otorga al realizador la capacidad de mimetizarse en su discurso, es allí donde entra el problema ético. El texto no es claro.
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