miércoles, 11 de noviembre de 2015

Del perdón y el olvido en un país sin memorias

“La memoria intenta preservar el pasado sólo para que le

sea útil al presente y a los tiempos venideros.

Procuremos que la memoria colectiva sirva para la

liberación de los hombres y no para su sometimiento”

Jacques Le Goff

Antes de hablar de la memoria, los olvidos y las necesidades; hay que tener en cuenta que el olvido no es uno solo, que hay varios tipos de olvidos y de memorias que se manifiestan en nosotros como individuos y como sociedad. Siendo así, observamos que hay un carácter ontológico  uno fenomenológico, en el primero hablamos de lo que alguna vez fue, se centra la importancia no en la desaparición sino en el hecho de que existió y en el segundo hablamos de una memoria que re aparece y se repite obstaculizando así en recuerdo.
En cuanto al olvido el autor señala que existe un olvido pasivo, un olvido evasivo, un olvido activo  un olvido selectivo. El pasivo es aquel que se repite en las pulsiones, el evasivo es aquella voluntad de no querer saber, el activo la voluntad de olvidar y el selectivo -que en este caso creo, es central- nace de la conciencia de que no podemos recordarlo todo, que se construye una narrativa coherente en pro de un trama central, es un olvido que integra el olvido activo, entiende que no todo merece ser recordado. Esto en un primer plano -plano individual- es totalmente coherente y necesario, tal como lo menciona Todorov en su libro: los abusos de la memoria: "El ​restablecimiento integral del pasado ​es algo por supuesto imposible, por otra parte espantoso; la memoria, como tal es forzosamente una selección: algunos rasgos del suceso serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados, y luego olvidados". Es así como funciona la memoria, como se construye el futuro pero al asumir está posición en la historia oficial de una comunidad -posición totalmente necesaria- se corre un riesgo gigante y es que normalmente; como lo evidencia Hermes Tovar en La sal del desarrollo; la historia la terminan contando los vencedores, y los vencidos oprimidos eternamente desconocen las situaciones.
Pero hay una curiosidad de vencidos que debe saciarse, hay un deber al cual hay que responder, para olvidar primero se debe hacer un ejercicio de verdad y memoria, el olvido es sano y es necesario siempre y cuando en primera instancia se hable con la verdad para que así la comunidad pueda escoger que olvidar, que historia contar, es necesario hacer la transición entre el olvido pasivo y evasivo al olvido activo y selectivo.

Ahora bien, el abuso de la historia de los vencidos no es el único riesgo que se corre al hablar de una historia oficial, también se debe tener en cuenta los posibles abusos de esta memoria de forma colectiva. En la academia histórica el problema pasó de enfocarse en cuanto a la realidad del asunto hacia la pertinencia de este. Cuando pasa de ser una fuerza para entender el presente y se convierte en una fuerza que impide el perdón. Es un debate que veo necesario darse en todas las comunidades que pretenden hablar de una memoria o de una historia oficial.

En cuanto al perdón -que, centrándonos en Colombia actual, es el tema central para un estado de posacuerdo-, retomamos la idea de la necesidad de abandonar un estado que podría llamarse primitivo, dominado por los sentimientos, el estado del olvido pasivo y evasivo hacia un olvido activo, el perdón es incompatible con los dos primeros y totalmente conectado con el último. No se aprende a dejar ir sin más, se aprende a dejar ir conservando una memoria, no se olvida el acto, no se olvida el hecho, se olvida-perdona el significado de este, la carga emocional que este conlleva. El perdón se expresa en muchos ambitos, vemos cercano al nuestro el ámbito religioso, el judicial y el político. En el primero se da un discurso que repercute en los otros, pero al hablar de un conflicto el judicial y el político nos llevan a temas más profundos con incidencia total en nuestro estado actual.

Por su parte el judicial ha desarrollado el lenguaje de la reinserción que en terminos prácticos habla de volver a la sociedad y por su parte el político nos habla de la amnistía que es un proceso profundo de perdón generalizado. Vemos que esta fue la apuesta en el proceso de desmovilización del M19, más al darse en un país cuyo olvido no fue activo si no mandado desde una institución, el perdón se disolvió en el aire y otros intereses terminaron en el exterminio completo de la Unión Patriótica. Más adelante se intentaría algo similar con el proceso de Justicia y Paz, pero de nuevo no se tuvo en cuenta un aspecto del país y fue el Judicial, al hablar de abanderar la memoria para olvidar después, la verdad para reparar se debe pensar en el cómo de este, el cómo de recursos económicos y humanos. Además de que el perdón tal como la memoria y el olvido; también tiene formas diferentes de representación. Encontramos el perdón fácil que es una imposición -aproximadamente, lo que sucedió en Justicia y Paz, el perdón complaciente que idealiza el olvido evasivo -igualmente dañino porque no permite la memoria, no da paso a la verdad-, el perdón benévolo que se asocia con la reinserción, es un perdón que olvida pero puede rayar en la impunidad -Ahora, la pregunta de si la impunidad a través de un perdón que conoce la verdad, en un país con el sistema carcelario actual como este, es de verdad algo terrible, es importante pensarla para un debate amplio-, y el perdón difícil que revalua la ida del don.

El perdón difícil es creería yo, el más importante para la construcción del país que estamos viviendo, es el que se propone en un proceso de paz. Habla de ir al inicio, aclarar las cosas, sentar frente a frente, en condiciones iguales a víctimas y victimarios para que a dos voces se reconstruyan los hechos, se haga el ejercicio de memoria, de todo lo que está trae y luego olvidar. La reconciliación requiere reconocimiento en el otro y reciprocidad, ser capaz de separar la noción de que los daños son irreparables y que la venganza solo contribuye a crear circulos de odios y de re victimización donde la historia son acusaciones de todos los bandos que no permiten construir nada. Solo con el perdón difícil se puede dar paso a un olvido activo, olvidar el sentido, aceptar que sucedieron, aceptar que van a existir perdidas, dar paso a un proceso de duelo para por fin llegar a un estado en el que el pasado no duela.

Como estudiante que ha vivido de lejos el conflicto, me siento en algún modo egoista al exigirle a las víctimas que se sienten frente a su víctimario y se reconozcan en él, que dejen ir la ira, el odio y el dolor para dar paso a un país mejor, pero frente a las diversas y esperanzadoras declaraciones de las víctimas activas de los dialogos en la Habana, parece que todos hablan el mismo dialogo, la verdad reparadora para poder perdonar. Sé que el conflicto no se acabará con estos diálogos pero si se logra construir por fin un país con memoria, memoria de hechos no de odios, memoria de verdades contadas abiertamente y se toca la profunda herida, solo así se puede poco a poco empezar a sanar.

5 comentarios:

  1. Perdonar permite renacer. Es un acto de misericordia con uno mismo y para con los demás. Yo nací en un región conflictuada y debo reconocer que me cuesta un poco tocar el tema. Y es que si alguien mas tuvo su venganza yo también quiero la mía es el primer pensamiento que durante muchos años tuve para citar. Si alguien mas tuvo el derecho a satisfacer su ofensa yo tambien quiero tener acceso al mismo derecho. Sin embargo con el tiempo aprendí que alimentar el ciclo sin salida que tiene inmersa a la humanidad en el dolor solo haría desperdiciar una vida mas. ¿Somos de verdad los humanos una raza condenada a la guerra eternamente hasta nuestra extinción? Solo comentaré de forma adicional que recordar es importante para no volver a tropezar con la misma piedra, pero permanecer en el pasado es exactamente igual renunciar a la vida antes de morir. Así las cosas, desde las comunidades, de las regiones, desde los barrios hay trabajo por hacer. https://www.youtube.com/watch?v=hMOb_PiK5kA

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    1. Interesante reflexión en primera persona, curiosa la cita de Daddy Yankee

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  3. Me gustaron varias cosas el contraste con Todorov, la sintesis y edición del texto es inteligente, el análisis contrastado sobre la importancia de la memoria y olvido, la relación del tema con la realidad colombia, el argumento del perdón a partir de los casos del M-19 y justicia y paz, el cierre esperanzador.

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  4. En cuestión a tu párrafo sobre "El perdón difícil es creería yo", el arte colombiano, ha tomado la decisión de no referirse directamente a los grupos al margen de la Ley por su nombre, sino generar una especie de mimetización de todos los grupos como un solo grupo. Esto contribuye a tú comentario ya que genera una relación con la memoria, pero no juzga directamente, liberando un poco de discusiones políticas a los discursos y encontrando esta especie de conciencia sin cargas.

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